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Alimentación, Nutrientes, Patologías, Terapia de dieta

Las diferentes estrategias nutricionales que se pueden implementar durante las enteropatías crónicas.


miércoles 8 mayo 2024


Las diferentes estrategias nutricionales que se pueden implementar durante las enteropatías crónicas

Las enteropatías crónicas son un grupo de trastornos intestinales caracterizados por síntomas que persisten durante al menos dos semanas. Generalmente se caracterizan por la presencia de diarrea, asociada en algunos casos a náuseas, vómitos y, en los casos más graves, pérdida de peso del animal

Se clasifican retrospectivamente en función de la respuesta que dan a los tratamientos dietéticos y farmacológicos en:
1. Enteropatías que responden a la dieta (FRE)
2. Enteropatías que responden a antibióticos (ARE)
3. Enteropatías sensibles a tratamientos inmunosupresores (IRE)

Dentro de estas categorías se encuentran numerosos trastornos gastrointestinales como la linfangiectasia, la enteropatía perdedora de proteínas, IBD, la enteropatía sensible al gluten del setter irlandés y las reacciones adversas a los alimentos. Cada uno de ellos puede requerir tratamientos nutricionales y farmacológicos diferentes.

Cuando un médico veterinario aborda a un paciente con síntomas gastrointestinales crónicos, debe, en primer lugar, excluir que estos síntomas sean causados ​​por patologías extraintestinales como, por ejemplo, insuficiencia renal crónica, patologías pancreáticas o hepáticas o la enfermedad de Addison, así como por la posible presencia de parásitos intestinales.

Además, a través de la anamnesis y descripción de la diarrea, se debe poder localizar el tracto gastrointestinal más afectado, para poder entender si se trata de diarrea del intestino delgado o del intestino grueso.

Es importante que el veterinario realice primero un análisis de heces y un análisis de sangre que incluya, al menos, un hemograma y una prueba bioquímica completa. Esto debería permitirle orientarse mejor hacia un posible diagnóstico. La posible adición de una radiografía abdominal y una ecografía ofrece información adicional sobre el estado de los órganos abdominales y los intestinos.

Dependiendo del tipo de enteropatía, el papel de la nutrición dentro de la terapia cambia considerablemente, de hecho, si en el caso de FRE puede ser la única terapia a implementar, en el transcurso de ARE o IRE puede actuar como apoyo para tratamientos farmacológicos que ayudan a mejorar los síntomas.

Además, las estrategias nutricionales que se pueden implementar durante las enteropatías crónicas son diferentes y muchas veces es necesario realizar múltiples intentos antes de obtener una respuesta satisfactoria. Por cuál empezar depende de la sospecha diagnóstica del veterinario, de una historia clínica y nutricional precisa y, en parte, de las necesidades del propietario.

Las dos aproximaciones nutricionales más utilizadas durante las patologías entéricas son el uso de alimentos hidrolizados o la inclusión de una dieta de exclusión.

Los alimentos hidrolizados se definen así porque los macronutrientes que contienen han sido sometidos a un proceso de hidrólisis enzimática que ha alterado su estructura química, impidiéndoles estimular una respuesta antigénica en el animal. De hecho, estos alimentos generalmente están compuestos por polipéptidos de bajo peso molecular, procedentes de una única fuente proteica, que son capaces de evadir el sistema inmunológico del huésped. Una de las principales ventajas de este tipo de dieta es su alta digestibilidad, lo que la convierte en una excelente solución para numerosos trastornos gastrointestinales. Además, al existir en el mercado numerosos alimentos industriales hidrolizados y completos, una dieta de este tipo resulta muy conveniente para el propietario. Entre las desventajas de este tipo de dietas cabe mencionar su mala palatabilidad y su reducido contenido en fibra que, en el transcurso de algunas patologías, puede provocar incluso un empeoramiento de los síntomas. Además, no deben utilizarse en todos aquellos animales en los que se sospeche una reacción adversa a los alimentos, en los que la dieta de eliminación (o privación) sigue siendo el estándar de oro para el diagnóstico, así como la propia terapia. Este tipo de nutrición se basa en el uso exclusivo, durante 6-8 semanas, de una única fuente de proteínas y una única fuente de carbohidratos con las que el animal nunca antes ha entrado en contacto. La dieta de privación se puede realizar a través de una dieta casera, o una dieta industrial, que contenga una sola proteína, o una dieta monoproteica/monoglucídica que, además de la fuente proteica, también contenga una única fuente de carbohidratos. La ventaja de utilizar una dieta comercial, además del fácil manejo por parte del propietario, es que la mayoría de estos alimentos, al ser ya completos, también pueden utilizarse a largo plazo como dieta de mantenimiento. Sin embargo, presenta algunas desventajas que pueden hacer que no sea adecuada para obtener un diagnóstico y resolver los síntomas. Entre ellas destacamos la posible contaminación del alimento con otras proteínas no declaradas en la etiqueta. Algunos estudios han puesto de relieve cómo numerosos alimentos declarados monoproteicos en realidad también contienen fuentes de proteínas distintas a la que debería ser la única presente en su interior.

Además, si el alimento industrial elegido es seco, se debe considerar la probable presencia de ácaros en su interior, lo que puede provocar reacciones en los animales con hipersensibilidad a los ácaros y por tanto falta de respuesta a la dieta. Congelar alimentos no parece ayudar a eliminar este problema.

Optar, sin embargo, por una dieta casera de exclusión permite estar seguro de las fuentes que contiene y, por tanto, ser diagnóstico de una posible reacción adversa a los alimentos. Sin embargo, tiene el inconveniente de ser una dieta incompleta y, por tanto, no puede mantenerse a largo plazo. Una vez que el paciente ha respondido positivamente a este tipo de dieta, se debe completar e integrar para que sea equilibrada para ese animal, introduciendo uno a uno los alimentos y suplementos necesarios para completarla.

En cualquier caso, conviene recordar que, después de haber encontrado la dieta adecuada para ese sujeto, y después de haber obtenido una remisión completa de los síntomas, se deben realizar las llamadas "pruebas de provocación". Por tanto, es necesario reintroducir una a una las proteínas que el animal comía anteriormente, para comprender cuáles de ellas son la causa de un posible reagudización de los síntomas y, por tanto, cuáles deben excluirse definitivamente de la dieta del paciente. Muchas veces, lamentablemente, los propietarios se niegan a realizar estas pruebas, ignorando la importancia que podrían tener en el manejo a largo plazo de su animal. Estas pruebas también son de fundamental importancia para asegurar que la causa de los síntomas gastrointestinales es en realidad una reacción adversa a los alimentos. De hecho, existen numerosos trastornos gastrointestinales (por ejemplo los que provocan una alteración de la barrera intestinal) que responden a un cambio de dieta porque provoca un efecto beneficioso sobre los procesos digestivos y la microbiota, y no porque el animal tenga una verdadera y la reacción adversa de uno a un alimento específico. En estos casos sucede que la reintroducción de las proteínas que el animal ingería anteriormente ya no provoca síntomas clínicos.

En numerosos sujetos que padecen enteropatía crónica, el cambio de dieta conduce a una mejora del cuadro clínico, pero sólo con una remisión parcial de los síntomas. En estos animales, la elección nutricional más adecuada podría ser establecer una dieta "gastrointestinal", es decir, con unas características específicas (que explicaremos mejor en el próximo artículo) que puedan favorecer la digestión y el bienestar del microbioma, continuando, no obstante, con un proceso diagnóstico cuyo objetivo es buscar el trastorno gastrointestinal subyacente específico e implementar una terapia farmacológica correcta. Entre las pruebas útiles para este fin, recordamos las pruebas hematológicas más profundas que incluyen la medición de folato, vitamina B12, TLI y todos aquellos parámetros sanguíneos que puedan confirmar o excluir cualquier patología extraintestinal que cause síntomas entéricos. Finalmente, la realización de una endoscopia con biopsia intestinal puede ser la única forma de conocer el estado de la pared intestinal y, en algunos casos, conducir a un diagnóstico definitivo.

Para algunos de estos trastornos (como linfangiectasias, enteropatías perdedoras de proteínas o IBD) existen pautas específicas sobre estrategias nutricionales que se deben implementar en asociación con cualquier terapia farmacológica, con el fin de mejorar los síntomas clínicos, que discutiremos con más detalle en otros. artículos.

BIBLIOGRAFÍA:
- Ettinger S.J., Feldman E.C. Clinica medica veterinaria, malattie del cane e del gatto, sesta edizione
- Longato Erica. La gestione nutrizionale delle patologie intestinali del cane. La settimana veterinaria n 1079, 2019.
- Pibot P, Biourge V, Elliott D, enciclopedia della nutrizione clinica del cane, 2007, capitolo 3
- Rudinsky A.J., Rowe J.C. and Parker V.J. Nutritional management of chronic enteropathies in dogs and cats. Journal of the American Veterinary Medical Association, 2018; 253 :570-578.


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