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Patologías

IBD: Cómo gestionarla desde el punto de vista nutricional.


miércoles 22 mayo 2024


IBD: Cómo gestionarla desde el punto de vista nutricional

Las enfermedades inflamatorias intestinales crónicas (IBD) incluyen un grupo de trastornos idiopáticos crónicos del tracto gastrointestinal de perros y gatos, caracterizados por la infiltración de la lámina propia intestinal por linfocitos, células plasmáticas, eosinófilos, macrófagos, neutrófilos o una combinación de estas células, y se encuentran entre las principales causas de vómitos y diarrea en las mascotas

La causa de estos trastornos aún sigue siendo desconocida y el diagnóstico requiere la exclusión de otras posibles causas de inflamación gastrointestinal como parásitos, enterocolitis bacteriana, neoplasias, reacciones adversas a los alimentos, enteropatías que responden a antibióticos y patologías que afectan al páncreas y se realiza a través de un biopsia de la pared intestinal.

Se han formulado diversas hipótesis sobre la etiología subyacente de la IBD, comparándola también con situaciones similares que ocurren en humanos pero, hasta la fecha, todavía no hay una respuesta segura. Parece, sin embargo, que el compromiso de la tolerancia inmune a los antígenos presentes en la luz intestinal, como los derivados de la microflora endógena o de los componentes alimentarios presentes en la dieta, es fundamental para su desarrollo. El posible papel de la dieta en su patogénesis viene sugerido por los beneficios clínicos obtenidos en algunos animales con IBD tras un tratamiento dietético específico.

Los síntomas varían mucho según el sujeto, el tracto gastrointestinal afectado y la gravedad de la patología misma, limitándose en los casos "más leves" a diarrea y/o vómitos hasta pérdida de peso, anorexia y presencia de sangre en el vómito y en las heces en los casos más graves. En algunos sujetos también puede haber hipoprotinemia significativa con el desarrollo de ascitis.

Como se ha mencionado anteriormente, existen diferentes tipos de IBD que se clasifican principalmente en función del tipo de células más presentes en la biopsia de la pared intestinal (enteritis linfoplasmocítica, enteritis eosinofílica, enteritis granulomatosa o enteritis neutrofílica).

Independientemente del tipo de IBD, el tratamiento de estos trastornos se lleva a cabo mediante el uso de fármacos inmunosupresores y/o antibióticos asociados a una modificación dietética en la que se manipulan y/o restringen los componentes individuales de la dieta.

El plan nutricional de un animal que padece IBD debe elegirse con cuidado y nunca generalizarse.

En primer lugar se debe realizar una cuidadosa evaluación del estado nutricional del paciente, su BCS, su estado de hidratación, su masa magra así como, mediante una anamnesis remota y actual, recoger información sobre su apetito, síntomas clínicos pasados ​​y presentes y sobre la dieta que el animal ha consumido en el pasado y consume actualmente.

Finalmente, las pruebas hematológicas deben evaluarse con especial referencia a la concentración sérica de proteínas, vitamina B12, folatos, valores de coagulación y hemograma. Además, sería ideal tener disponibles los resultados de la endoscopia y la biopsia intestinal.

Sólo después de haber recopilado toda esta información podrá el veterinario evaluar cuál es la mejor dieta a seguir para su paciente.

De hecho, el enfoque nutricional óptimo para perros y gatos con IBD aún está por determinar y ciertamente varía de un sujeto a otro. Aunque existen varios mecanismos a través de los cuales la dieta puede influir en la progresión, mantenimiento o resolución de la inflamación crónica de la mucosa intestinal, aún no está claro qué importancia tiene cada componente individual del plan dietético. Sin embargo, está claro que un correcto manejo dietético puede ayudar a reducir el uso y la dosis del tratamiento farmacológico.

La mayoría de los perros con IBD responden mejor a dietas con proteínas hidrolizadas o dietas caseras frescas que contienen una nueva fuente de proteínas y una nueva fuente de carbohidratos (nunca consumidas previamente) que a las dietas hipoalergénicas comerciales.

Dado el posible papel de los antígenos derivados de la nutrición en la patogénesis de la IBD, si se elabora un plan nutricional domiciliario se debe elegir únicamente una fuente proteica, a la que el animal nunca haya estado expuesto, de alto valor biológico y alta digestibilidad (> 87%). El porcentaje de proteína en sustancia seca debe ser superior al 25% en perros y al 35% en gatos, y debe aumentarse aún más si la IBD se asocia con pérdida de proteínas.

A la hora de elegir la fuente proteica hay que tener en cuenta que ésta se administra en un momento en el que el intestino todavía está significativamente inflamado y la permeabilidad de la pared intestinal está, con toda probabilidad, alterada. De hecho, algunos autores recomiendan el uso de una fuente proteica que definen como "prescindible", es decir, una nueva fuente proteica a la que se puede renunciar en el futuro ya que "penetra" en la lámina propia intestinal alterada y podría ser reconocida como un antígeno para cual el animal rápidamente se volverá sensible. En estos casos, la fuente de proteínas debe cambiarse aún más después de las primeras 6 semanas de terapia farmacológica con una nueva fuente de proteínas que se mantendrá a largo plazo.

Otro punto clave en la dieta de los animales que padecen IBD es la elección de la cantidad y tipo de grasas a utilizar. De hecho, si por un lado la inclusión de una cantidad elevada de grasas permite aumentar la densidad energética de la comida y, por tanto, reducir el volumen de alimento a administrar y, en consecuencia, la distensión intestinal, por otro lado, los alimentos ricos en los lípidos pueden contribuir al desarrollo de diarrea osmótica, a la pérdida de proteínas en el tracto gastrointestinal y a ser más difíciles de digerir. Precisamente por los problemas que pueden causar en animales con enteropatías crónicas, se limitan los lípidos en los planes nutricionales de estos pacientes, evitando superar el 15% de S.S. en perros y 25% en gatos. Sin embargo, una vez que el paciente se haya estabilizado, sería útil intentar aumentar gradualmente el nivel de grasas en la dieta, para ver si el animal es capaz de tolerar dosis más altas. Sin embargo, si el examen histológico ha revelado la presencia de linfangiectasia, las grasas siempre deben limitarse a la concentración más baja posible.

Hasta la fecha no existen indicaciones uniformes sobre la elección de la fuente de lípidos y los nutricionistas suelen tener opiniones controvertidas. Algunos, por ejemplo, recomiendan el uso de fuentes que contengan ácidos grasos de cadena media para su mecanismo de digestión, mientras que otros desaconsejan su uso por su falta de atractivo y elevado coste, sin confirmación objetiva de su efecto beneficioso. Sin embargo, existe mayor acuerdo en considerar útil el uso de fuentes que contengan omega 3 para reducir la inflamación intestinal, intentando mantener la relación entre omega 6 y omega 3 con un valor igual o inferior a 3,5:1.

Cualquier fuente de carbohidratos también debe elegirse entre alimentos que el animal nunca haya comido, debe contener la menor cantidad de fibra posible y debe tener una digestibilidad muy alta (a ser posible, superior al 90%). Algunos autores sugieren evitar los alimentos que contengan gluten.

En sujetos que necesitan aumentar la densidad calórica de la comida, sin aumentar su volumen, puede resultar útil incluir miel en la dieta como fuente de energía.

El motivo por el que se deben evitar los alimentos ricos en fibra es que ésta reduce la densidad energética del plan nutricional y lo hace menos digerible, dificultando la absorción de otros nutrientes. Un tema aparte merecen, sin embargo, las fibras fermentables ya que, por un lado, ejercen una acción prebiótica, favoreciendo el crecimiento de organismos bacterianos beneficiosos y, por otro, ofrecen "alimento" a los enterocitos a través de corta duración. Ácidos grasos de cadena actuante que se producen por su fermentación llevada a cabo por bacterias intestinales. Se suele recomendar incluir un porcentaje de fibra soluble entre el 1 y el 2% de la materia seca.

A continuación, es necesario integrar el plan nutricional con minerales y vitaminas para que sea completo y equilibrado, prestando especial atención a la dosificación de hierro y magnesio, minerales que a menudo faltan en los animales que padecen diarrea crónica.

Si el animal tiene deficiencia de vitamina B12, debe suplementarse más, además de la ya presente, en el plan nutricional completo y equilibrado. Su integración suele realizarse mediante la administración subcutánea de cobalamina una vez a la semana, sin embargo, un estudio de 2016 demostró que incluso la administración oral diaria de vitamina b12 puede normalizar el nivel sérico de vitamina b12 en animales que padecen enteropatías crónicas y con deficiencia de esta vitamina.

Hasta la fecha lamentablemente los estudios sobre suplementos funcionales que sean verdaderamente útiles en perros y gatos afectados por IBD son aún muy limitados, pero basándose en estudios realizados en medicina humana y en los pocos estudios presentes en animales domésticos, el veterinario debería considerar el uso de glutamina, antioxidantes, arginina y zinc, así como probióticos. La elección de cuál administrar debe evaluarse caso por caso en función del cuadro clínico, los síntomas y la respuesta al tratamiento.

BIBLIOGRAFÍA:
- Delaney SJ & Fascetti AJ. Applied Veterinary Clinical Nutrition. (ed. Fascetti AJ and Delaney SJ. ). 2012. Chapter 12 / Nutritional Management of Gastrointestinal Diseases.
- Ettinger S.J., Feldman E.C. Clinica medica veterinaria, malattie del cane e del gatto, sesta edizione
- L. Toresson, J.M. Steiner, J.S. Suchodolski, and T. Spillmann. Oral Cobalamin Supplementation in Dogs with Chronic Enteropathies and Hypocobalaminemia. J Vet Intern Med 2016;30:101 107
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition 5th edition. ed. 2010, chapter 57


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