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Patologías, Terapia de dieta

Estrategias nutricionales en enfermedades esofágicas.


miércoles 26 marzo 2025


Estrategias nutricionales en enfermedades esofágicas

En los animales domésticos, las enfermedades más comunes que afectan el esófago son el megaesófago y las esofagitis

MEGAESÓFAGO Y TRASTORNOS DE LA MOTILIDAD
El megaesófago es un trastorno caracterizado por una dilatación esofágica difusa asociada con una disfunción o parálisis del órgano. Puede ser un trastorno idiopático primario (congénito o adquirido) o secundario a otras patologías. Hasta la fecha, la patogénesis del megaesófago primario no está completamente clara, pero parece deberse a una anomalía en la inervación aferente del esófago. El megaesófago secundario adquirido puede depender de numerosas patologías subyacentes que generalmente causan disfunciones neuromusculares difusas. Una de las más comunes es la miastenia gravis, que parece representar aproximadamente el 25% de las etiologías del megaesófago adquirido en perros.

El principal síntoma de esta afección es el regurgitación. Se diferencia del vómito porque es un evento pasivo, no asociado con esfuerzo abdominal ni con signos prodrómicos como hipersalivación o arcadas. La regurgitación ocurre con mayor frecuencia inmediatamente después de la deglución, pero en caso de dilatación esofágica también puede suceder de manera retardada. A menudo, para los propietarios es difícil distinguir entre regurgitación y vómito; sin embargo, para el médico veterinario esta diferencia es fundamental para un correcto enfoque diagnóstico. En caso de regurgitación, el alimento siempre está sin digerir, mientras que con el vómito el alimento expulsado puede estar parcialmente digerido.

Algunos animales con patología crónica pueden presentar pérdida de peso y signos clínicos de desnutrición.

La complicación más común del megaesófago es la aparición de neumonía por aspiración, en la que el animal presenta fiebre y síntomas respiratorios.

El tratamiento del megaesófago depende estrictamente de la causa subyacente. Si es secundario a otro trastorno, la terapia debe estar dirigida a resolver el problema subyacente. Sin embargo, la mayoría de los casos de megaesófago son idiopáticos y no existe un tratamiento médico o quirúrgico eficaz. En estos casos, un enfoque nutricional adecuado es el único método para reducir la sintomatología y los riesgos de desnutrición y neumonía por aspiración.

El uso de fármacos procinéticos no parece ser eficaz en el tratamiento del megaesófago idiopático, ya que estos actúan principalmente sobre la musculatura lisa y no tienen efecto sobre la musculatura estriada del cuerpo esofágico.

Administrar comidas pequeñas y frecuentes en posición elevada o vertical favorece el paso del alimento al estómago, limitando la frecuencia de la regurgitación. La consistencia del alimento a administrar depende del tipo de disfunción sensorial o motora que afecta al esófago. Algunos animales toleran mejor una alimentación líquida, mientras que para otros son más adecuados los alimentos húmedos o incluso secos, ya que estos pueden estimular mejor la peristalsis secundaria. Es importante variar la consistencia de la comida para determinar cuál es la más adecuada para cada paciente. En algunos casos, la mezcla de alimentos con bario y la fluoroscopia pueden ayudar a identificar el tipo de alimento que mejor estimula la motilidad esofágica y permite su paso al estómago.

La selección de las características nutricionales del alimento es fundamental para el tratamiento del megaesófago y debe tener como objetivo satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales del paciente para contrarrestar la tendencia a perder peso y la desnutrición.

El uso de dietas con alta densidad energética permite satisfacer las necesidades calóricas del paciente reduciendo el volumen de alimento ingerido. Se recomienda un contenido energético de al menos 4,5 Kcal por gramo de materia seca y un contenido de grasa de al menos el 25% sobre materia seca.

El contenido proteico no debe ser inferior al 25% sobre materia seca en perros y al 35% en gatos. Las proteínas son esenciales para el mantenimiento del tejido muscular y para apoyar un crecimiento adecuado en animales jóvenes. Obviamente, las fuentes de proteínas deben ser altamente digeribles y de alto valor biológico.

En algunos casos, especialmente en animales gravemente desnutridos o con neumonía por aspiración, puede ser necesaria la nutrición enteral mediante una sonda de gastrostomía hasta la estabilización del paciente.

ESOFAGITIS Y REFLUJO GASTROESOFÁGICO
La esofagitis se define como una inflamación aguda o crónica de la mucosa esofágica. Puede ser causada por la ingesta de sustancias irritantes (agentes corrosivos o fármacos como AINEs), la presencia de cuerpos extraños o el reflujo gastroesofágico. Este último puede ser provocado por anestesia general, la presencia de una hernia hiatal o un defecto funcional del esfínter esofágico inferior. El daño causado por el reflujo se debe al contacto prolongado de la mucosa esofágica con ácido gástrico, pepsina, tripsina y sales biliares.

Los síntomas clínicos incluyen regurgitación o vómito intermitente o persistente, sialorrea y anorexia debido al dolor al tragar. En casos graves y persistentes, puede observarse pérdida de peso y caquexia.

El tratamiento varía según la gravedad y la causa de la esofagitis. Si la inflamación es causada por el reflujo gastroesofágico, uno de los objetivos de la terapia debe ser mejorar el tono del esfínter esofágico inferior para minimizar el reflujo. La presión de la unión gastroesofágica está influenciada por hormonas gastrointestinales: algunas de ellas, como la gastrina, el polipéptido pancreático, la motilina y la sustancia P, aumentan la presión en esta unión, reduciendo la posibilidad de que el contenido gástrico ascienda al esófago, mientras que la colecistocinina y la secretina parecen disminuirla. Dado que la liberación de estas hormonas está influenciada por la composición de la dieta, la selección de un plan dietético adecuado es fundamental para reducir los episodios de reflujo gastroesofágico. En pacientes con sintomatología leve, la dieta puede incluso convertirse en la única terapia necesaria.

La liberación de gastrina se estimula con comidas ricas en proteínas, mientras que los alimentos con un alto contenido en grasas inducen una mayor liberación de colecistocinina. En consecuencia, la alimentación de un paciente con esofagitis por reflujo debe basarse en alimentos con un alto contenido proteico y un contenido moderado de grasas. Además, un exceso de lípidos en la dieta retrasa el vaciamiento gástrico, lo que aumenta la probabilidad de que el reflujo de alimentos y secreciones gástricas llegue al esófago.

El contenido de grasas en la dieta debería mantenerse por debajo del 15% sobre materia seca, mientras que las proteínas deberían representar al menos el 25% sobre materia seca en perros y el 35% en gatos.

Sin embargo, un contenido excesivamente bajo de grasas puede reducir la densidad calórica del alimento, lo que obliga al animal a ingerir un mayor volumen de comida para satisfacer sus necesidades energéticas. Un volumen excesivo de alimento puede provocar una distensión gástrica, con la consiguiente dilatación de la zona del cardias y un mayor riesgo de favorecer el paso del contenido gástrico al esófago. Para evitar este problema, se recomienda administrar comidas pequeñas y frecuentes.

Los pacientes con esofagitis grave, especialmente si presentan anorexia y pérdida de peso, requieren, además del cambio de dieta, un tratamiento farmacológico. Este suele incluir el uso de sucralfato, que se adhiere selectivamente a la mucosa esofágica erosionada y proporciona una barrera protectora contra el contenido gástrico refluido. En algunos casos, también pueden ser útiles fármacos procinéticos, como la metoclopramida o la cisaprida, para favorecer el vaciamiento gástrico y aumentar la presión del esfínter esofágico inferior. La duración del tratamiento varía según el paciente, pero debería limitarse al control de la inflamación, mientras que la estrategia más efectiva a largo plazo para reducir el reflujo sigue siendo la terapia dietética.

BIBLIOGRAFÍA:
- Delaney SJ & Fascetti AJ. Applied Veterinary Clinical Nutrition (ed. Fascetti AJ and Delaney SJ). 2012. Capítulo 12 / Manejo nutricional de enfermedades gastrointestinales.
- Ettinger SJ, Feldman EC. Clínica médica veterinaria, enfermedades del perro y el gato, sexta edición.
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition, 5ª edición, 2010, capítulo 50.
- Pibot P, Biourge V, Elliott D. Enciclopedia de la nutrición clínica del perro, 2008.


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