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Estrategias nutricionales en el tratamiento de la diabetes felina.


miércoles 13 noviembre 2024


Estrategias nutricionales en el tratamiento de la diabetes felina

La diabetes mellitus es una endocrinopatía común en la especie felina, con una prevalencia en aumento constante. A diferencia del perro, el gato es más frecuentemente afectado por la diabetes mellitus tipo II, caracterizada por resistencia a la insulina y alteración de la función de las células beta del páncreas. Estas dos disfunciones están estrechamente relacionadas entre sí, lo que provoca un ciclo perpetuo de la enfermedad

La resistencia periférica a la insulina genera un estado de hiperglucemia "constante", lo que provoca una hipersecreción de insulina por parte del páncreas y un aumento del estrés en las células beta pancreáticas. Este estado de estrés "crónico", asociado a la glucotoxicidad, lleva, con el tiempo, a la destrucción de las células beta y al agotamiento de su actividad. En consecuencia, estas células no podrán producir una cantidad suficiente de insulina, lo que lleva al desarrollo de una diabetes mellitus plenamente manifiesta.

La destrucción de las células beta pancreáticas también parece estar favorecida por el estado de hiperamilinemia presente en las etapas iniciales de la diabetes mellitus felina. La amilina, de hecho, se cosintetiza y cosecreta junto con la producción de insulina por parte de las células beta. La alta concentración de glucosa en sangre, que estimula excesivamente las células pancreáticas, produce no solo un estado de hiperinsulinemia, sino también de hiperamilinemia. Esta última, al promover la deposición de amilina felina en forma de sustancia amiloide en el páncreas, induce el desarrollo de una amiloidosis en los islotes pancreáticos con la consiguiente pérdida progresiva de células beta y, con el avance de la patología, una incapacidad de estas células para producir tanto insulina como amilina.

La obesidad es uno de los principales factores de riesgo en el desarrollo de la diabetes mellitus felina. En los gatos, al igual que en los humanos, la obesidad se asocia directamente con la resistencia periférica a la insulina, debida al aumento de leptina, TNF-alfa e interleucina 6, y a la disminución de adiponectina.

La resistencia a la insulina inducida por la obesidad parece ser reversible si se trata a tiempo. Por lo tanto, si el gato diabético también es obeso, la terapia debe incluir una reducción del peso corporal.

A diferencia de la diabetes canina, la diabetes felina tiene la característica de ser potencialmente reversible. Algunos gatos diabéticos pueden experimentar una remisión completa de los síntomas y una normalización de los niveles de glucosa en sangre gracias a una adecuada terapia médica y dietética. El mecanismo de esta remisión en algunos casos y no en otros no se ha aclarado completamente, aunque parece estar relacionado con la precocidad del diagnóstico y el tratamiento del diabetes. Según los estudios, entre el 20 y el 80% de los gatos pueden experimentar una remisión.

El tratamiento de la diabetes en el gato incluye, además de una terapia hipoglucemiante, una alimentación específica para esta patología. En algunos gatos, especialmente si el diagnóstico fue temprano, la terapia dietética no solo ayuda a mejorar el control de la glucemia, sino que incluso permite eliminar la necesidad de insulina.

A continuación, se analizan los factores nutricionales clave en un plan alimentario para gatos diabéticos.

Los principales objetivos de un tratamiento nutricional en gatos diabéticos son el control del peso corporal, el control de la glucemia y la respuesta insulínica, así como la estimulación de la secreción adecuada de insulina endógena.

El punto de partida siempre debe ser la evaluación del BCS y el cálculo de los requerimientos energéticos del animal. Si el animal tiene sobrepeso, será necesario ajustar el requerimiento energético para facilitar la pérdida de peso.

A continuación, se deben elegir las características del plan nutricional y los alimentos a incluir en él.

En general, la dieta más adecuada para un gato diabético parece caracterizarse por un alto contenido proteico (al menos el 45% de las calorías deben provenir de proteínas) y bajo en carbohidratos (<20% de las calorías).

Las proteínas deberían oscilar entre el 28 y el 55% en base seca, manteniéndose en el valor más alto cuando el animal no presenta otras patologías que requieran una limitación del aporte proteico. Obviamente, se deben preferir proteínas de alta digestibilidad y alto valor biológico.

Los carbohidratos deben reducirse al mínimo, evitando el consumo de almidones y azúcares simples. Aunque algunos estudios sugieren que el tipo de carbohidrato influye menos en la respuesta glucémica e insulínica en gatos en comparación con perros y humanos, si es necesario incluir una fuente de carbohidrato, se debe preferir aquellas de bajo índice glucémico, evitando, por ejemplo, el arroz. Aunque el maíz no es el carbohidrato con el índice glucémico más alto, en un estudio en gatos fue el único de las seis fuentes de carbohidratos probadas que indujo un aumento en la glucosa en sangre en comparación con los valores basales.

En cuanto a la cantidad de fibra en la dieta, los estudios realizados hasta la fecha no han aclarado si la fibra juega un papel clave en el manejo de la diabetes en gatos. Mientras que algunos estudios sugieren una mejora en la glucemia en animales que consumen dietas ricas en fibra, otros han observado mejoras en la glucemia en animales alimentados con dietas bajas en fibra pero altas en proteínas y bajas en carbohidratos. En general, la fibra soluble ralentiza el vaciado gástrico y reduce la absorción de glucosa, aunque no está demostrado que sea esencial en dietas para gatos diabéticos. Además, un exceso de fibra puede reducir la absorción de otros nutrientes esenciales. Actualmente, se recomienda un nivel de fibra entre el 5% y el 10% en base seca para gatos diabéticos. La cantidad puede variar según el BCS y la presencia de obesidad.

Si el gato necesita perder peso, un mayor contenido de fibra puede ayudar a reducir la densidad energética de la dieta y promover la pérdida de peso, además de limitar la cantidad de lípidos en la dieta.

Si la dieta debe ser baja en carbohidratos, el resto de las calorías no proporcionadas por proteínas deben provenir de lípidos. Sin embargo, los gatos con diabetes suelen tener alteraciones en el metabolismo de las grasas. Aunque en los gatos no se ha demostrado una relación entre un alto contenido de grasas y el desarrollo de pancreatitis, y esta especie tolera mejor niveles elevados de grasas en la dieta en comparación con los perros. La cantidad de grasas en la dieta debe ajustarse según el animal, su BCS, el nivel de triglicéridos y colesterol, y el consumo de grasas previo. Generalmente, se recomienda no superar el 25% en base seca. Además, se debe prestar atención a la fuente de lípidos, evitando el exceso de ácidos grasos saturados y considerando el uso de omega 3, aunque los estudios sobre el uso de estos ácidos grasos en gatos diabéticos son muy limitados.

Una vez seleccionados los alimentos para el plan nutricional y su composición analítica, es importante, en el caso de una alimentación casera, añadir una suplementación vitamínico-mineral para cubrir los requerimientos mínimos establecidos por FEDIAF para un gato adulto.

Los estudios sobre la suplementación adicional de minerales como zinc, cromo, manganeso o selenio en gatos diabéticos no han demostrado claramente sus beneficios.

Es importante realizar controles frecuentes de electrolitos mediante análisis de sangre, ya que la glucosuria y cetonuria pueden provocar la pérdida de electrolitos como sodio, potasio, calcio, fósforo o magnesio. Si hay deficiencias, se deben administrar mediante fluidos para normalizar sus niveles en sangre.

Por último, puede ser útil considerar una suplementación de antioxidantes.

Aunque los estudios sobre los beneficios de estos compuestos en gatos diabéticos son limitados, se sabe que la glucotoxicidad inducida por hiperglucemia crónica causa estrés oxidativo y daño celular, incluidas las células pancreáticas. Esto sugiere que los antioxidantes pueden ser útiles en esta patología.

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