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Dietética clínica durante la gastritis crónica.


miércoles 3 abril 2024


Dietética clínica durante la gastritis crónica

La gastritis es un hallazgo común en perros y afecta al 35% de los sujetos con vómitos crónicos y del 26% al 48% de los animales asintomáticos. En gatos, sin embargo, no se ha determinado su prevalencia. Se puede definir como crónica si dura al menos 1 o 2 semanas y su diagnóstico debe basarse no sólo en los síntomas, sino en el examen histológico de las biopsias gástricas que, además de diagnosticarla con certeza, también permite una subclasificación en función del infiltrado celular principal (eosinofílico, linfocítico, granulomatoso, folicular linfoide), de la posible presencia de anomalías estructurales (atrofia, hipertrofia, fibrosis, edema, úlcera, metaplasia) y de su gravedad (leve, moderada, grave). La más común en perros y gatos es la gastritis linfoplasmocítica superficial con hiperplasia concomitante de los folículos linfoides

La etiología de la gastritis suele ser desconocida, pero sus posibles causas incluyen patologías sistémicas (enfermedad de Addison, enfermedad hepática, insuficiencia renal crónica), el uso de fármacos irritantes o ulcerógenos, la ingestión de sustancias tóxicas, la presencia de cuerpos extraños o la presencia de enfermedades infecciosas (parasitarias, bacterianas o víricas). En ausencia de una de las causas mencionadas anteriormente, la gastritis suele atribuirse a alergias o intolerancias alimentarias (lo que justificaría la presencia de infiltrados inflamatorios en la mucosa gástrica) y puede asociarse a un cuadro generalizado de inflamación gastrointestinal.

El principal síntoma clínico de la gastritis crónica es el vómito de alimentos o bilis, que no debe confundirse con la regurgitación, a veces asociado a pérdida de peso y disminución del apetito. Si hay una úlcera concomitante, también puede haber melena o hematemesis.

La búsqueda de la causa subyacente es de fundamental importancia para poder brindar un correcto tratamiento médico (o quirúrgico). La dieta, en este caso, puede actuar como apoyo a la terapia. Sin embargo, si la gastritis crónica es de etiología desconocida (como la mayoría de las gastritis linfoplasmocíticas), la dieta suele ser el primer paso a seguir para minimizar los síntomas.

La dieta debe tener como objetivo reducir la irritación gástrica, limitar la secreción de ácido, favorecer el vaciado gástrico y regular la motilidad.

Además, en caso de gastritis idiopática crónica, o si se sospecha una intolerancia/alergia alimentaria, el enfoque dietético debe basarse en una dieta de "exclusión", es decir, con el uso de una fuente de proteínas y una fuente de carbohidratos que el animal nunca asumió.

La fuente proteica ideal para utilizar en animales con gastritis debe tener una alta digestibilidad, un alto valor biológico y contener grasa en pequeñas cantidades. De hecho, uno de los factores clave de un plan nutricional para patologías gástricas es la reducción del porcentaje de grasa que contiene ya que los lípidos, al estimular la liberación de colecistoquinina, inducen una ralentización del vaciado gástrico. En general se recomienda mantener el porcentaje de grasa en sustancia seca entre el 12 y el 15% en perros y entre el 15 y el 25% en gatos. Sin embargo, no conviene reducirlos en exceso porque, por un lado, aumentan la palatabilidad de la ración y, por otro, al aumentar la densidad energética de la dieta, evitan que el animal ingiera comidas demasiado copiosas.

Precisamente para evitar una ingesta excesiva de alimentos de una sola vez y, en consecuencia, una ralentización de la velocidad de tránsito a nivel gástrico, es importante dividir la ración diaria en varias comidas pequeñas y de poco volumen.

Lo mejor es evitar la ingesta de alimentos secos y preferir alimentos húmedos/líquidos. Por ejemplo, puede resultar útil mezclar los alimentos con agua para reducir la osmolaridad y suavizar la comida. Además, es recomendable servirlo a una temperatura entre 20 y 38 grados.

Algunos autores también recomiendan evitar el consumo excesivo de proteínas ya que estimulan la secreción de gastrina y ácido gástrico.

Otro elemento "clave" durante la gastritis es el uso correcto de la fibra. De hecho, son fundamentales en el manejo de la motilidad gastrointestinal. En general es aconsejable mantener el porcentaje de fibra total por debajo del 5% de sustancia seca y reducir al mínimo el uso de fibras solubles y fermentables. De hecho, estos últimos ralentizan la motilidad y, al atraer agua, inducen un aumento del volumen del contenido gastrointestinal.

Por último, recuerda que la persistencia de numerosos episodios de vómitos puede provocar deshidratación y alteraciones electrolíticas. Por tanto, es importante controlar las concentraciones séricas de diversos electrolitos y, en particular, de sodio, potasio y cloro y, en función de los resultados obtenidos, variar la cantidad consumida en la dieta.

BIBLIOGRAFÍA:
- Ettinger S.J. and Feldman E.C. Clinica medica veterinaria, sesta edizione. 2008. Sezione XIV: patologia gastrointestinale.
- MS Hand, CD Thatcher, RL Remillard, P Roudebush & BJ Novotny. Small Animal Clinical Nutrition 5th edition. ed. 2010, chapter 52
- Pibot P, Biourge V, Elliott D, enciclopedia della nutrizione clinica del cane, 2007, capitolo 3


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