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Alimentación, Nutrientes, Patologías, Terapia de dieta

Restricción proteica en casos de patologías.


miércoles 10 julio 2024


Restricción proteica en casos de patologías

Las proteínas son moléculas complejas, compuestas por aminoácidos, de fundamental importancia biológica ya que forman parte de la constitución de órganos y tejidos de todos los organismos vivos. De hecho, representan los principales componentes de músculos, tendones, ligamentos, plumas y pelos, así como de proteínas sanguíneas como la hemoglobina, la transferrina, la albúmina y las globulinas. Además, desempeñan numerosas funciones hormonales y enzimáticas y representan los principales componentes del sistema inmunitario, los anticuerpos. En perros y gatos, si se suministran en cantidades superiores a las necesidades mínimas del animal, se utilizan para producir energía o, alternativamente, se transforman en grasas o carbohidratos

Las proteínas, en el organismo, se descomponen y sintetizan constantemente, pero su síntesis solo puede ocurrir si están presentes todos los aminoácidos que las componen. Los aminoácidos se dividen en esenciales y no esenciales: los primeros se definen así porque no pueden ser sintetizados por el organismo y deben ser necesariamente ingeridos a través de los alimentos. En el perro, los aminoácidos esenciales son 10: arginina, histidina, isoleucina, leucina, lisina, metionina, fenilalanina, triptófano, treonina y valina. En el gato, a estos aminoácidos, se añade la taurina que, a diferencia del perro, no puede ser sintetizada en el organismo a partir de otros aminoácidos. Su carencia conlleva la imposibilidad de producir proteínas endógenas fundamentales para el correcto funcionamiento del organismo.

Los aminoácidos no esenciales, en cambio, pueden ser sintetizados dentro del organismo a partir de otros aminoácidos según las necesidades específicas.

Las proteínas musculares representan la mayor reserva de aminoácidos que pueden ser utilizados en caso de necesidad para la síntesis de proteínas dentro del organismo.

Durante la degradación proteica se producen desechos nitrogenados que, en un animal sano, se convierten en el hígado en urea, la cual es luego excretada por el riñón a través de la orina. La cantidad de desechos nitrogenados producidos depende del perfil aminoacídico de la proteína, mejor será este último, menor será la producción de desechos durante su metabolización.

Cuando el hígado y los riñones funcionan correctamente, la ingesta por parte del animal de una cantidad elevada de proteínas alimentarias no supone ningún problema, es más, siendo animales carnívoros, las proteínas representan un pilar fundamental de su alimentación.

Hasta hace unos años se pensaba, erróneamente, que una alimentación con alta concentración de proteínas podría de alguna manera sobrecargar los riñones y el hígado e, incluso, predisponer al animal al desarrollo de insuficiencia renal crónica. Como consecuencia, se aconsejaba una restricción proteica incluso en animales sanos, especialmente si eran ancianos. Estudios más recientes han demostrado que no existe una relación entre el desarrollo de esta patología y el contenido proteico de la dieta, sino que, de hecho, alimentos con alto valor proteico ayudan a preservar la masa magra y los músculos de un animal. Esto, siempre y cuando las proteínas ingeridas sean ricas en aminoácidos esenciales y de elevado valor biológico.

Hoy en día, la restricción proteica se aconseja únicamente en el caso de ciertas patologías como la insuficiencia renal crónica o las hepatopatías caracterizadas por hiperamonemia.

INSUFICIENCIA RENAL CRÓNICA
Con el fin de decidir cuál es la mejor alimentación y la cantidad de proteínas a proporcionar a un animal afectado por esta patología, es fundamental que la misma sea estadificada. La IRIS (International Renal Interest Society) clasifica la CKD en cuatro estadios según los niveles de creatinina y azoemia en sangre y la eventual presencia de proteínas en la orina.

Para más detalles se puede consultar el siguiente sitio web: http://www.iris-kidney.com/guidelines/staging.html

Una vez estadificada la patología, el veterinario deberá implementar la terapia más adecuada para ralentizar la progresión de la enfermedad y, dentro de esta, la elección de una alimentación correcta representa uno de los pilares.

La IRIS aconseja iniciar una terapia dietética específica renal a partir del segundo estadio, no tanto porque la restricción proteica sea realmente necesaria en este estadio, sino para comenzar a acostumbrar al animal a este tipo de alimentación que se vuelve fundamental en los estadios 3 y 4.

De hecho, una alimentación "renal" resulta, en la mayoría de los casos, menos apetecible para un animal, precisamente por la reducida cantidad de proteínas que contiene y, considerando que en un estadio avanzado de esta patología el animal también presenta náuseas y vómitos, los riesgos de que rechace este tipo de alimentación son muy elevados. Por lo tanto, puede ser útil comenzar a limitar gradualmente el contenido proteico de la dieta ya en un estadio más precoz.

La restricción proteica tiene como objetivo controlar los síntomas urémicos asociados a esta patología, disminuir la cantidad de fósforo aportado con la dieta y reducir la producción de desechos nitrogenados que se produce cuando el animal utiliza las proteínas como fuente de energía.

Debe ser mayor si el animal presenta también proteinuria.

A continuación se indican los porcentajes de proteínas recomendados en una dieta renal en perros y gatos:
- PERRO: 14-20% de proteínas en base a sustancia seca (S.S.), que debería reducirse aún más a 14-15% en S.S. cuando está presente la proteinuria.
- GATO: 28-35% de proteínas en S.S. con reducción a 28-30% en S.S. si está presente la proteinuria.

Sin embargo, cuando se reduce la cantidad de proteínas ingeridas por el animal, aumentan los riesgos de que este sufra de malnutrición, con un elevado riesgo de pérdida de masa magra, reducción de la respuesta inmunitaria y de la síntesis de hemoglobina y proteínas endógenas.

Además, una restricción proteica puede llevar a una carencia de aminoácidos esenciales.

Por lo tanto, es fundamental la elección de la fuente proteica a utilizar, prefiriendo aquellas de alta calidad y elevado valor biológico, como los huevos, la carne o el pescado.

Otro parámetro a considerar cuando se prepara una dieta renal es la digestibilidad de las proteínas elegidas. Las proteínas no digeridas llegan al colon y sufren proteólisis bacteriana con la producción de amoníaco y otros desechos nitrogenados que, al atravesar la mucosa intestinal, ingresan al organismo. Estos deben ser eliminados del cuerpo a través de su conversión en urea a nivel hepático y su excreción a través del riñón. Si el riñón no funciona, este proceso no puede llevarse a cabo, causando una mayor acumulación de nitrógeno en sangre.

HEPATOPATÍAS CON HIPERAMONIEMIA
Se sugiere una restricción proteica también cuando está presente una patología hepática en la que la funcionalidad del hígado está tan comprometida que el hígado es incapaz de convertir el amoníaco en urea, con los consiguientes síntomas neurológicos derivados de la hiperamonemia.

Entre las causas más comunes de esta condición patológica se encuentran los shunts portosistémicos.

También en estos casos, la elección de la correcta alimentación es fundamental para reducir la sintomatología asociada a esta patología.

La restricción proteica es una de las decisiones que debe tomar el nutricionista al preparar un plan nutricional para un paciente con síntomas neurológicos debido a hiperamonemia.

También en este caso es fundamental el uso de fuentes proteicas de elevado valor biológico (para minimizar el catabolismo proteico endógeno) y de alta digestibilidad (para reducir la proteólisis bacteriana de las proteínas no digeridas).

En estos casos, sin embargo, algunos estudios sugieren el uso de proteínas derivadas de productos lácteos y quesos, ya que parecen ayudar en la reducción de la sintomatología. La razón no está del todo clara, pero entre las hipótesis más plausibles están el efecto prebiótico del lactulosa contenido en ellos y el perfil aminoacídico de la caseína.

Los porcentajes de proteínas recomendados en casos de shunt portosistémico son los siguientes:
- PERRO: 15-20% en S.S., que se debe reducir a 10-15% si está presente encefalopatía hepática.
- GATO: 30-35% en S.S., que se debe reducir a 25-30% en caso de encefalopatía hepática.

También en este caso es importante monitorizar estrechamente al paciente para evitar que sufra de malnutrición proteica.

CONCLUSIONES
La restricción proteica debería reservarse para pacientes con ciertas patologías como aquellas que causan un aumento del nitrógeno en sangre y una incapacidad de convertir o eliminar los desechos nitrogenados o la urea. Debería realizarse siempre gradualmente y limitarse al porcentaje de proteínas más elevado que permita manejar la sintomatología, con el fin de reducir al mínimo los riesgos asociados a la malnutrición proteica y la carencia de aminoácidos esenciales.


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