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Patologías

Estrategias nutricionales durante la Leishmaniasis.


miércoles 11 ottobre 2023


Estrategias nutricionales durante la Leishmaniasis

En los perros, las infecciones por leishmania generalmente son causadas por Leishmania infantum, un protozoo difásico, transmitido principalmente por flebotomos. Sin embargo, se han demostrado vías de transmisión no vectoriales (venérea, vertical, mediante transfusión o intercambio sanguíneo)

Una vez que el animal ha entrado en contacto con este protozoo, la diseminación de este último en el organismo y el posible desarrollo de la enfermedad dependen del tipo y eficiencia de la respuesta inmune del perro infectado. Si el sistema inmunológico se dirige principalmente hacia una respuesta mediada por células, el animal puede permanecer infectado, pero clínicamente sano, mientras que, si la respuesta inmune predominante es humoral, el animal generalmente enferma y muestra signos clínicos. En este caso, la estimulación antigénica continua y la respuesta exagerada de anticuerpos inducen hipergammaglobulinemia, depósito de complejos inmunes que pueden causar glomerulonefritis, vasculitis, poliartritis, uveítis y meningitis y producción de autoanticuerpos contra plaquetas y eritrocitos.

Los síntomas y signos clínicos detectables durante la enfermedad son muy numerosos y extremadamente variables de un sujeto a otro. Estos incluyen: mal estado nutricional, letargo, hipotrofia muscular, palidez de mucosas, linfadenomegalia, hepatoesplenomegalia, epistaxis, cojeras con posible inflamación articular, fiebre, onicopatías, diversos tipos de dermatitis (descamativas, ulcerativas, etc.), hiperqueratosis nasodigital, lesiones oculares (párpados, conjuntivales y/o corneales) así como otros síntomas gastrointestinales y neurológicos.

Las pruebas de laboratorio también pueden variar mucho en función del sujeto. Entre las alteraciones más comunes del hemograma encontramos la anemia, más frecuentemente no regenerativa, un posible leucograma de estrés (a veces sin embargo se detecta leucopenia) y la trombocitopenia, mientras que entre las pruebas bioquímicas se puede encontrar la hiperprotidemia con hiperglobulinemia e hipoalbuminemia, aumento de las enzimas hepáticas y de los valores de urea y creatinina. Finalmente, el análisis de orina puede mostrar orina poco concentrada con proteinuria. Este último es generalmente de tipo mixto (tanto de origen glomerular como tubular) y está causado principalmente por el infiltrado flogístico inducido por los complejos inmunes que afectan a ambos compartimentos renales.

Precisamente por la variedad de signos clínicos y alteraciones clínico-patológicas que pueden afectar a un animal, la leishmaniasis es una enfermedad especialmente compleja, donde la elección terapéutica y el abordaje nutricional deben personalizarse al máximo en función del sujeto y sus síntomas.

A continuación intentaremos resaltar los puntos fundamentales que se deben tener en cuenta a la hora de preparar una dieta para un perro que padece leishmaniasis.

Cuando un veterinario debe elaborar un plan nutricional para un animal que padece leishmaniasis, debe considerar sobre todo la presencia o no de algunos signos clínicos, como un mal estado nutricional, muchas veces asociado a hipotrofia muscular, dermopatías, proteinuria, insuficiencia renal crónica y los riesgos de urolitiasis asociados a una posible terapia con alopurinol.

El alopurinol es una sustancia comúnmente utilizada durante la leishmaniasis debido a su capacidad para alterar el metabolismo proteico de Leishmania infantum y, por tanto, reducir la carga parasitaria dentro del huésped. Este fármaco interfiere con la síntesis de ácido úrico a partir de xantina al bloquear la xantina oxidasa. Su actividad anti-Leishmania se debe a que las Leishmania son incapaces de sintetizar purinas, por lo que necesariamente deben recuperar bases nitrogenadas y nucleósidos del huésped y a que la producción ex novo de purinas, debido a un mecanismo de retroinhibición, se reduce mediante un aumento de las cantidades de xantina e hipoxantina. Sin embargo, como efecto secundario existe un alto riesgo de formación de urolitos de xantina. Por este motivo, a la hora de preparar la dieta de un animal bajo terapia con alopurinol, es necesario privilegiar las proteínas con bajo contenido en purinas, reduciendo o evitando carnes, pescados, legumbres y brasináceas, prefiriendo los lácteos y los huevos como fuentes proteicas.

En cuanto a la elección de la cantidad de proteínas a incluir en la dieta, es de fundamental importancia evaluar el caso individual. Porque, si por un lado la caquexia y la hipotrofia muscular requerirían un aumento de la concentración proteica de la dieta, por otro, el aumento de urea y creatinina debería conducir a una reducción de la cuota proteica a consumir por el animal. De hecho, hasta la fecha la cantidad de proteínas a utilizar sigue siendo muy debatida. Algunos autores recomiendan utilizar una dieta con contenido reducido de proteínas y fósforo sólo en animales con creatininemia aumentada y signos clínicos de azotemia, evitándola en animales que solo presenten proteinuria. Otros autores, en cambio, recomiendan limitar la concentración proteica y en cualquier caso no superar el 20% de proteínas en la S.S. en todos aquellos sujetos que presenten proteinuria incluso sin aumento de los valores de urea y creatinina. Sin embargo, todos coinciden en la importancia de elegir fuentes de proteínas con alto valor biológico y alta digestibilidad. En caso de nefropatía también es importante limitar la cantidad de fósforo consumida por el animal.

Otro elemento muy importante a considerar es el peso del animal. Si el animal presenta caquexia, será fundamental calcular sus necesidades energéticas con el objetivo de hacerle recuperar un BCS adecuado, tratando de entender si su estado se debe a una dieta que no cubre sus necesidades o si está afectado por anorexia. En este último caso, se debe comprender la causa (por ejemplo, náuseas o úlceras gástricas) y tratarla adecuadamente para garantizar que el animal vuelva a comer correctamente. Otra estrategia podría ser hacer que la dieta sea lo más apetecible posible, prefiriendo, por ejemplo, las grasas de origen animal a las de origen vegetal.

La inclusión de una concentración adecuada de omega 3 en la dieta podría resultar útil tanto por su acción "antiinflamatoria" como por su acción beneficiosa sobre la piel y los riñones. Sin embargo, hasta la fecha los estudios sobre el uso de omega 3 en perros que padecen leishmaniasis son muy limitados y deberían investigarse más a fondo.

Otra valoración que debe hacer el veterinario es si complementar la dieta con antioxidantes y/o zinc. Esto último, en particular, podría resultar útil por varias razones. En medicina humana, numerosos estudios han demostrado su eficacia en sujetos que padecen leishmaniasis, tanto por su efecto leishmanicida como por su acción inmunoestimuladora. De hecho, parece ser capaz de estimular la respuesta inmune mediada por células, que como se explicó anteriormente, tiene un papel fundamental durante esta enfermedad. Además, en medicina veterinaria, un estudio demostró que los animales afectados por la leishmaniasis tenían una concentración sérica reducida de zinc. Por último, numerosas dermopatías responden, con una mejora del cuadro clínico, a la administración de este oligoelemento. Los pocos datos disponibles hasta la fecha sugieren una integración de 200 mg de zinc por cada 10 gramos de sustancia seca en la dieta.

En conclusión, estudios recientes destacan los posibles efectos beneficiosos del uso dietético de nucleótidos que, por un lado, parecen tener una acción reparadora de los tejidos dañados y, por otro, una actividad inmunoestimuladora.

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